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Retornar al campo

Publicación: junio de 2013
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Finalmente llegó el día, antes del amanecer todos estaban de pie. Habían empacado las pocas pertenencias que tenían durante los tres años de vida como desplazados en un barrio marginal y polvoriento llamado Curumaní (Cesar).
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Finalmente llegó el día, antes del amanecer todos estaban de pie. Habían empacado las pocas pertenencias que tenían durante los tres años de vida como desplazados en un barrio marginal y polvoriento llamado Curumaní (Cesar).

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  • Finalmente llegó el día, antes del amanecer todos estaban de pie. Habían empacado las pocas pertenencias que tenían durante los tres años de vida como desplazados en un barrio marginal y polvoriento llamado Curumaní (Cesar).
  • Su destino final situado entre la montaña a espaldas de la Serranía del Perijá, en la frontera con Venezuela, contrasta con el refugio de los últimos tres años. Antes del desplazamiento en 2010 las familias vivieron aquí en fincas, sembrando cultivos de yuca, maíz y café.
  • La Fundación Comité de Solidaridad con los Presos Políticos y el Comité Jurídico Pueblos, han acompañado y asesorado jurídicamente a estas familias desde marzo de 2011. Leonardo Jaimes Marín es uno de los abogados que pertenece a los dos Comités. Igual que las familias retornadas, varios abogados armaron sus carpas en Pitalito y apoyaron a las familias con el levantamiento y la organización del campamento. «La particularidad del retorno de Pitalito radica en que las condiciones en que originaron su desplazamiento no han sido superadas. Los victimarios no han sido sancionados penalmente. Es decir, está en total impunidad ese hecho tan grave que es el desplazamiento forzado», dice el abogado.
  • El retorno de las familias lo cubre un equipo de documentalistas y esto es algo nuevo para estos niños que por primera vez están viendo a su comunidad en video.
  • También desde el área psicosocial Brigadas Internacionales de Paz trabaja con la comunidad, incluyendo también a los niños y niñas. En diversos talleres, han aprendido cómo manejar sus miedos, desesperanzas y preocupaciones, han estudiado los diferentes escenarios de su retorno y cómo reaccionar ante las diferentes fases de riesgo. Ahora, la comunidad se siente más preparada para su retorno y cada persona sabe qué papel desempeñar en caso de una agresión.
  • Son 16 familias, que el pasado 21 de mayo regresaron a la vereda Pitalito a pesar del riesgo derivado de la permanencia de actores armados ilegales en la zona. Esta pequeña comunidad decide así romper el temor y el miedo, confrontar la frágil situación de seguridad y resistir en su territorio.
  • Ahora su hogar está lleno de maleza, pero a pocas horas de su retorno ya podemos apreciar el incansable trabajo de los hombres, mujeres y niños. Con machete y durante horas cortaron la maleza y al final de la primera tarde, ya tienen campamentos con plásticos y colchonetas para dormir. Pero no hay toldillos y los mosquitos no dejan dormir a los recién retornados.
  • Por el momento, lo que hay de comer es poco. Todos los días la comunidad elige un grupo de personas a cargo de cocinar yuca, arroz y papas, a veces también queso y huevos. A la semana de llegar ya cultivaron alguna tierra cerca del campamento, pero hasta que haya cosecha, la comunidad depende de donaciones de alimentos.
  • Ellos formaron parte de los más de 5.7 millones de personas que fueron desplazados por la violencia entre 1985 y 2012, según reporta la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (Codhes). Un total de 6,5 millones de hectáreas de tierras han sido despojadas por causa del desplazamiento entre 1980 y 2012.
  • Los líderes de restitución de tierras continúan siendo uno de los colectivos más vulnerables en Colombia. Desde el año 2011 el Gobierno trata de aplicar la Ley de Restitución de Tierras, que pretende devolver para 2014 unos dos millones de hectáreas a cerca de 400.000 familias desplazadas por la violencia. Sin embargo, continúan presentándose obstáculos como  amenazas y asesinatos de líderes reclamantes.
  • «El reto que tenemos que enfrentar es la construcción de nuestras tierras para sembrar nuestras plantaciones agrícolas. Luego vienen las construcciones de nuestra vivienda», nos cuenta Gustavo Guerra, artesano y cantante de vallenatos. Pitalito se encuentra en el departamento del Cesar que es la cuna de los acordeones y del vallenato.
  • Un camión lleva algunos muebles, un chivo, gallinas, colchones y por supuesto, esperanza; esperanza por un nuevo comienzo. La camioneta se mueve lentamente sobre una carretera destapada pero por su mal estado, no llegarán hasta su destino, y a las familias les toca cargar a hombro sus pertenencias los últimos pasos hasta el campamento.
  • Según cifras de la Defensoría del Pueblo, entre 2006 y 2011 ocurrieron al menos 71 asesinatos de líderes de procesos de restitución de tierras  y sólo entre finales de marzo y mayo de 2013 fueron asesinados ocho reclamantes de tierras. También los líderes de Pitalito temen por su seguridad.
  • Antes del desplazamiento de 2010, varias familias buscaron refugio aquí y resistían por un tiempo más en su territorio a pesar de amenazas y hostigamientos. Uno de los sueños de la comunidad es volver a ver funcionar nuevamente su escuela.
  • La mayoría de las familias han sufrido dos y hasta tres desplazamientos forzados. En 2000 fueron desplazadas por grupos paramilitares, y según ha denunciado la Fundación Comité de Solidaridad con los Presos Políticos, en 2010 la comunidad fue desalojada de manera irregular por el Ejército.
  • Uno de los grandes retos es la educación. Durante treinta años los niños estudiaron en esta escuela; ahora solo quedan ruinas . La escuela ha sido un símbolo de la resistencia.
  • Haber retornado a Pitalito es el principio de la victoria para estas familias. Ellos se imaginan su comunidad diferente a lo que la tienen ahora: una escuela, un puesto de salud, sus fincas sembradas con yuca y maíz, un Pitalito diferente, con futuro, con vida, con esperanza, este es el Pitalito que quiere la comunidad.
  • Brigadas Internacionales de Paz permanece al lado de los abogados porque sigue existiendo un riesgo muy alto para los miembros del Comité de Solidaridad con los Presos Políticos y la comunidad. «El solo hecho de desplazarnos en un territorio como el centro del Cesar donde permanentemente salen volantes de amenazas de grupos paramilitares hace necesario el acompañamiento y la visibilización para poder ejercer nuestro trabajo», afirma Leonardo Jaimes Marín.
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